Ayer se hizo público que me encuentro
imputado por varios delitos de prevaricación y que, al parecer, el fiscal pide
que se me condene a dos años de cárcel. Digo «al parecer» porque oficialmente
no se me ha notificado nada. Pero puesto que ya ha empezado el circo, y llamo
circo al baile mediático que a diario organiza gente que debe tener una vida
tan detestable, tan plana y tan poco digna de ser vivida que necesita “vivir”
la de los demás, no tengo otro remedio que asomarme a la pista del circo, no
para actuar, sino por otra poderosa razón: POR MIS FAMILIARES Y AMIGOS, para
que aquellos que me aprecian o quieren duerman tan tranquilos como yo lo hago.
También hay otra razón menor, y es que
quiero que alguna gente, ésa a la que se refería Antonio Machado diciendo que
“van apestando la tierra”, compruebe que todavía no me han devorado las fieras
del circo. Así que, precaución…
Dicho lo anterior, entro en materia:
1.- La información filtrada a los medios es
cierta. Me han imputado varios delitos de prevaricación. Según la Real Academia
Española, prevaricación es un «Delito consistente en dictar a sabiendas una
resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario». Naturalmente, no
es ésta una definición jurídica. No en vano se han escrito numerosas y
documentadísimas obras acerca de la prevaricación. Pero nótese que en la
anterior definición se habla de “resolución injusta”, porque aquí está el fondo
del asunto. Volveremos a esto más adelante.
2.- Esos supuestos delitos de prevaricación
han consistido, básicamente, en dar varias licencias de primera ocupación a
sendas viviendas cuyos moradores vivían ya en ellas (o, en algunos casos
necesitaban urgentemente ocuparlas) sin los necesarios suministros de agua y
luz. Y estas viviendas estaban, casi siempre, sin terminar y, en algunos casos,
expedientadas por irregularidades en su edificación.
3.- Aclaremos ya, por si alguien no lo
sabe, que para que las compañías suministradoras “enganchen” los suministros,
es precisa la «Licencia de Primera Ocupación» emitida por el Ayuntamiento, tras
el certificado del arquitecto de la obra que da fe de que la vivienda está
terminada y ejecutada de acuerdo con el proyecto aprobado por el ayuntamiento.
Y ESO TAMBIÉN VALE DINERO, COMO BIEN SABE MUCHA GENTE. Pero ya hemos dicho
antes que esas viviendas por cuyas licencias de primera ocupación se me ha
imputado, no cumplían uno u otro (en algunos casos, ninguno) de esos
requisitos.
4.- Así que nos encontramos con el
siguiente problema: Por una parte, si la casa no está totalmente terminada o
tiene algún expediente disciplinario abierto, los técnicos municipales dicen
que no se le puede dar la licencia de primera ocupación. Tanto más si el
arquitecto director no ha emitido su certificado de terminación de la obra que
hay que pagarle previamente. Por otra parte, nos encontramos con una familia
que no ha tenido más remedio que ocupar la casa aún sin terminar, bien porque
no podía pagar más alquileres, bien porque debía abandonar la vivienda donde
vivía anteriormente (generalmente familiar) por razones de espacio; y esa
familia estaba viviendo en su nueva casa sin suministro de agua ni luz o, en el
mejor de los casos, enganchados ilegalmente o sirviéndose de los favores de
algún vecino.
5.- Vayamos ahora a lo de «resolución
injusta» que decíamos en el punto primero. ¿Es más injusto otorgar una Licencia
de Primera Ocupación a la vivienda de una familia necesitada aun en contra del
criterio de los técnicos que la deniegan aplicando lo que dice un renglón de
una norma, o permitir y obligar a esa familia a vivir en condiciones
infrahumanas? ¿Dónde está la «equidad» (ese otro gran concepto de la justicia?
¿Y dónde está la justicia? ¿Cuál es el «bien jurídico» que se ha perturbado o
destruido?
6.- Todas esas cosas son las que hay que
pensar y las que hay que dilucidar en esta cuestión. Y esas cuestiones nos
llevarían algo más allá: Si los políticos están para hacer única y
exclusivamente lo que digan los técnicos municipales, sin entrar en otras
consideraciones, ¿por qué no dejamos que gobiernen los técnicos? ¿Para qué
sirven los políticos?
Eso es todo. No obstante, por las
especiales circunstancias que rodean este asunto, debo añadir algunas otras
cuestiones:
a) Llegados a este
punto, ¿me arrepiento de haber concedido esas licencias? EN ABSOLUTO. Tengo la
conciencia de que, aunque algunos opinen que actué contra la ley, desde luego
traté de actuar con justicia.
b) Tampoco esto tiene
nada que ver con mi decisión de no ser candidato del PSIA en las pasadas
elecciones. Esa decisión estaba tomada mucho antes, concretamente desde el día
siguiente de las elecciones de 2011. Pero esa es otra historia. Por mucho que
las listas o listos de turno quieran ahora sacar punta a un lápiz que no pueden
ni sujetar.
c) Finalmente, lo que
me preguntan algunos (y yo mismo me pregunto algunas veces), ahora que estoy al
final de mi vida política: ¿MERECIÓ LA PENA? CREO QUE SÍ. A pesar de todo. Pero
no porque espere ni desee reconocimiento alguno, sino por la propia
satisfacción de saber que he hecho, aunque algunas veces me equivocara, lo que
he creído lo mejor para este pueblo nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario